martes, marzo 10, 2009

Quiero poder respetar a alguien


Existen varios indicadores o señales por medio de las cuales podemos reconocer a un país desarrollado. Una de las más evidentes es la riqueza de sus habitantes; si a esto le agregamos una distribución más o menos equitativa de esta riqueza podemos tener una buena herramienta de diagnóstico.


También podríamos medir qué parte del presupuesto familiar se dedica a productos suntuarios y qué parte a productos o servicios de primera necesidad o básicos. Si los primeros son el ítem principal en el presupuesto de la mayoría de la población estaremos frente a una sociedad que ya ha cubierto sus necesidades básicas.


Así podríamos seguir buscando indicadores más o menos complicados, aunque todos requieren un cierto grado de trabajo dedicado a la recogida de datos y a su posterior análisis.
Pero, cómo podría hacer un viajero o turista que pase unos pocos días en una capital o ciudad mediana para volver a su país con la certeza que visitó una nación desarrollada.


La respuesta puede encontrarse en un simple city tour de un par de horas. A continuación les describo el método, el que -hasta el momento- ha demostrado ser infalible tanto en su aplicación simple, como en la aplicación comparada con naciones evidentemente subdesarrolladas o en vías de.


Durante el city tour pregunte al guía o consulte su propia guía de la ciudad respecto del papel cumplido por las personas que dan nombre a calles, plazas, avenidas o edificios y también a aquellos a los que se rinde homenaje a través de estatuas o esculturas.


Si al menos uno de estos personajes es un funcionario o servidor público de las últimas décadas, entonces estamos frente a un país desarrollado.


Ahora bien, hay que refinar un poco más el método para que sea totalmente certero. Primero hay que descartar a todos aquellos personeros que sufrieron una muerte trágica o temprana. También hay que eliminar del listado aquellos que tienen un parentesco directo con el gobernante de turno.


Pero también hay dos factores cruciales en los que fijarse al momento de aplicar este método. Antes que todo debemos incluir en nuestro listado a aquellos ministros, presidentes de la república, o cualquier otro servidor público que sea reconocido por su trabajo. Ya sea por alguna propuesta específica, o por haber liderado algún proyecto o una reforma.


El segundo aspecto importante, es el reconocimiento, mas bien el respeto de los ciudadanos hacia la figura en cuestión.


Hay que destacar en nuestro estudio si el o la guía turística menciona al principio de su descripción de un monumento que el mentado personaje está ahí, inmortalizado en Bronce por “su gran labor como reformador de la justicia”, o por “ser el creador de la oficina estatal de cuidado al adulto mayor”.


También podemos preguntar a algún transeúnte que encontremos cerca de una plaza o de una gran avenida, y si obtenemos la misma respuesta podemos catalogar inmediatamente a este país como desarrollado.


Para resumir, cuál es el principio detrás de este método. Simple, una sociedad donde sus ciudadanos comunes y corrientes, respetan a sus funcionarios públicos es una sociedad donde se confía en la capacidad, inteligencia, preparación y buenas intensiones de los Presidentes, Ministros, pero sobretodo de aquellos funcionarios medios.


Cabe preguntarse si alguna vez veremos una plaza dedicada al encargado de la reforma de la educación chilena, o una estatua en medio de la Alameda con la figura del Jefe del Transantiago.


Bueno, aunque parezca imposible pensado desde nuestra realidad, en muchos países desarrollados esto pasa. Por eso la próxima vez que viajes a Europa o América del norte o a Oceanía, si no quieres amargar tus vacaciones no prestes atención a las placas que hay bajo las estatuas o a las guías turísticas.